sábado, 7 de mayo de 2011

Crónica de París. Parte I: La reunión

Esta primera parte es súper corta. Porque estará muy feo que lo diga, pero la reunión ha sido un auténtico coñazo.

Eso sí, no me dormí ni una sola vez. [1]

Algunas cosillas he aprendido. [2]

Comíamos de canapés todos los días. [3]

Y he tomado un par de decisiones:

i) No volverme a sentar detrás de uno de los tipos de la colaboración. Porque me enseñó la "hucha" cada vez que se levantaba o sentaba. Y fueron muchas veces. Y no fue una visión hermosa.
ii) En la próxima reunión, pongo la web esta de los botones con sonido para poder añadir efectos de sonido cuando las charlas o las discusiones sean insoportables.[4]

[1] Y menos mal, porque casi todos los días tenía al jefe al lado y no era plan quedarme roque.
[2] Como por ejemplo, que los astrofísicos cabreados y peleándose pueden ser muy graciosos.
[3] O lo que es lo mismo. Se han dejado una pasta en comida, que siempre sobraba y con auténticas bazofias (disimuladas o no).
[4] Lo que tengo que encontrar es la forma de que no suene como si viniera desde mi portátil.

PS: Las fotos tendrán que esperar a que vuelva a Toulouse y funcione la conexión. Pero habrá más posts contando cosillas :)

lunes, 2 de mayo de 2011

Orange y yo. Esa historia de ¿amor?

Todo comenzó hace dos meses y medio, más o menos. Una primera llamada, una comercial muy amable y ya estaba metida: había contratado la fibra óptica con Orange para mi piso alquilado.

No, no tenía entrada del cable de teléfono en casa.

No, no había otras compañías que dieran servicio en el edificio.

Sí, sale por un pico; pero no mucho más que el ADSL de Telefónica (o Movistar, o lo que sea ahora).

En fin, que allí estaba yo, esperando a que vinieran a hacer la instalación. Tres semanas de sobrevivir con la conexión patata (y gratis, que tampoco debería quejarme).

Y vinieron. E instalaron. Y me sorprendió lo pulcros que eran (que hasta limpiaban el polvillo tras hacer agujeros para pasar cables). Y fueron muy amables. Pero tres horas después, la fibra seguía sin funcionar. Me dijeron que había un problema en el edificio y que mandarían a alguien el lunes siguiente.

Y el lunes siguiente vino otro tipo. Y después de una horita, el problema en el edificio estaba solucionado... Pero resultó que había surgido otro problema ya fuera del edificio. Que lo solucionarían y quedarían conmigo para finalizar la instalación.

Pasaron los días y la tarde que volví de Figueres con mi coche ya arreglado... Tachán: lucecita verde y todo funcionando. Bueno, todo, todo, no. Cuando compré un teléfono, aquello no tenía señal. Miré las instrucciones y decía que en 24-48 horas debería estar funcionando.

Pasaron 24.

Pasaron 48.

Pasó una semana...

Y no, el teléfono seguía sin funcionar.

Llamé a los de Orange y cada vez me decían que alguien se pondría en contacto conmigo para concertar una cita para arreglarlo.

Pasó una semana.

Pasó otra.

Llamé otra vez. Y me dijeron lo mismo.

Pasó un mes...

Y no, nadie se puso en contacto conmigo.

El miércoles pasado recibí una carta en la que decían que si no me ponía en contacto con ellos para concertar una cita, lo lamentaban profundamente, pero sería imposible poner en servicio la fibra óptica. Fibra óptica que había funcionado, claro. Pero que, sorpresa, sorpresa, no me habían estado cobrando (pese a haberles mandado los datos de la cuenta bancaria cuando así lo pidieron).

El jueves les llamé por enésima vez. Y cuando me pasaban con un técnico, la llamada misteriosamente se cortó.

El viernes me fui pronto del curro para volver a llamarles desde casa con todos los papeles, pero al llegar a casa descubrí dos cosas:

1) Que mi querida y adorada lucecita verde ahora mismo parpadeaba en un temible color amarillo.
2) Que mi móvil francés de Lebara no me dejaba llamar al número de Orange al que tenía que llamar.

Y como complemento, descubrí que la web de Orange es una patata que no te permite hacer nada (ni siquiera mandar un e-mail al servicio de atención al cliente). Me cabreé, me pareció una táctica bastante deleznable (especialmente porque está claro que yo sí quería pagar)... Porque no me creo que hubiera una avería justo al día siguiente de haberles llamado a decirles que la fibra me iba pero lo que no me iba era el teléfono (sí, ya se lo había contado antes... supongo que me tocó un comercial un poco más centrado en los intereses de la compañía).

En fin... El sábado les volví a llamar y volvieron a quedar conmigo en que se pondrán en contacto conmigo para concertar una cita para finalizar la instalación. El lunes, si no me han llamado, me tocará volverles a llamar. Y ahora sí que me empieza a resultar urgente, porque...

He vuelto a la conexión patata.

Sniff, sniff.

PS: Apertura de interrogación del título cortesía de generosos lectores :)

domingo, 1 de mayo de 2011

Planning

Tengo que subir las fotitos de Carcassonne para daros un poquito de envidia. Debería haberlo hecho este finde pero he tenido un ataque de perrez suprema (a.k.a procrastinación) y las fotos siguen esperando.

Y como mañana MUY temprano me voy a París (en un red-eye flight, o casi) y no me llevo mi portátil sino el del curro, no voy a subirlas hasta el lunes siguiente como pronto.

Y eso dependerá de si los de Orange me llaman (que he tenido problemas con internet, pero eso es una historia que necesita su propia entrada) y lo arreglan todo el lunes. Porque claro, justo pasan estas cosas cuando no estás (o no vas a estar) en casa. En fin...

Así que eso, que me voy a París (¡¡bien!!), a currar (no tan bien), pero luego el finde es todo mío (¡¡¡súper bien!!!). Que cuando vuelva prometo los posts sobre Carcassonne y París (con mogollón de fotitos) y que a lo mejor durante la semana puedo sacar tiempo para contar lo de los de Orange. O sea, que habrá actualizaciones, I promise.

Bueno. Me acuesto ya, como los viejitos o los niños, que mañana a las 5:30 tengo que estar en pie.

lunes, 25 de abril de 2011

La muchacha, la fiebre y el protector del colchón

Tengo que subir las fotitos de Carcassonne, a ver si mañana que es fiesta. Mientras os dejo esta anecdotilla.

Érase que se era una muchacha que no padecía híper hidrosis. De hecho, era bastante moderada en ese aspecto y gozaba de una relación especial con su ducha.

Bueno, pues érase esta muchacha que pilló un trancazo. Y como toda buena gripe, le dio un poco de fiebre (38.5ºC todavía se considera un poco, ¿no?). Aparte de averiguar cómo se llama el equivalente francés del Frenadol (y descubrir con pesar que es bastante más suave pero da muuuuucho más sueño al no tener cafeína), nuestra joven protagonista hizo otro descubrimiento muy del estilo de la princesa del guisante.

¡¡¡ODIO LOS PROTECTORES DE COLCHÓN!!!
¿He dicho odio? Si es una muchacha anónima.

Veamos, igual no odiaba todos los protectores de colchón. Sólo el que había heredado de los dueños del piso. Ese protector que dejó puesto pensando que no molestaría. Claro, hasta que se despertó en un charco.

Porque señores, un protector de colchón tiene una capa de plástico que aisla el colchón de las sábanas. Y claro, no transpira. NADA. Y si estás con fiebre, el resultado natural es despertarse en un charco. Tiritando, para más señas. Y no mola nada.

Que yo entiendo que el colchón haya que protegerlo de personas con incontinencia, de chicas que no controlen demasiado su período o similares. Pero si uno se ducha regularmente, el sudor nocturno tiene pocas toxinas y basta con orear el colchón regularmente y mantener una higieneen la ropa de cama para que esto no sea un problema.

Así que la muchachilla hizo desaparecer el protector en el altillo del armario, donde aguardará presto a volver a su ubicación inicial cuando toque la siguiente mudanza.

Vamos, que no vuelvo yo a dormir con un protector de esos EVER. Icks.

viernes, 15 de abril de 2011

Volviendo a casa

Tengo libertad de horarios. Lo que mola un montón salvo por el hecho de que normalmente le echo muchas más horas de las que debería. Que sí, que también pierdo el tiempo con tonterías y hay días de productividad nula, pero...

Bueno, que me voy. Hoy quería contar la historia de mis regresos a casa. O bueno, en realidad, de una peculiaridad de los tolosanos, que hacen que el regreso a casa sea... curioso.

Veamos, si salgo a una hora más o menos razonable, el sol está poniéndose por el Oeste. Y yo cojo la periphérique justo en dirección Oeste.


Y diréis, "¡Pues vaya cosa!"

Efectivamente, eso mismo pensaba yo. Te colocas bien el parasol, te sientas erguido en el asiento [1] del coche y, si hace falta, gafas de sol al canto y listo. [2]

Listo, juas.

En ese recorrido hay tres zonas problemáticas:





En una circunvalación en la que la máxima es 90km/h, mis compañeros de fatigas al volante deciden frenar de repente a 20km/h cuando les da el sol de frente [3]. Que sí, que entiendo que la primera vez que te sucede, puedes frenar por instinto, pero joder, que atardece TODOS los días. ¡Y más o menos a la misma hora! ¡Albricias!

Y sí, sé que llevar el cristal sucio no ayuda a mejorar la visibilidad... ¡¡Pero rociar a todos los coches de alrededor con tu limpiaparabrisas, tampoco!!

El resultado es que se forman mini atascos en esas zonas. Y he visto más de un alcance [4]. Que tampoco es nada grave, pero cada día que lo veo llego siempre a la misma conclusión:

¡¡Estos tolosanos no podrían sobrevivir en España al volante!!

[1] En lugar de dejarse caer, derrumbarse en él después de todo el día currando.
[2] Y a disfrutar de las vistas, claro. Del sol inundándolo todo con luz amarilla, salir de un puente y sentir como si te estuvieses bañando en la luz del atardecer... Súper bonito, en serio.
[3] La primera vez que me pegaron un frenazo pensé que había pasado algo. La segunda caí en la cuenta de que era por el sol. ¡Fue una revelación!
[4] No, a mí no me ha pasado nada; después del primer día, voy con mil ojos y como ya sé qué zonas son las problemáticas y qué horas las más complicadas, es fácil evitar problemas.

domingo, 3 de abril de 2011

Dos recetillas y una actualización telegráfica del estado de las cosas

Primero la actualización telegráfica.

Sigo viva. STOP. El Jabato Negro regresó sano y salvo. STOP. Mucho curro pero muy guay. STOP. Algunos viajes en perspectiva. STOP. Gripazo superado. STOP. Primeramente confundido con alergia. STOP. Sigo siendo igual de desastre. STOP. Perdón por no haber escrito antes. STOP.

Y las recetas, muy brevemente.

Muffins de fresa
Ingredientes:
  • 375g de harina
  • 3 huevos
  • 125g de mantequilla fundida
  • 400g de azúcar
  • 250g de yogur natural
  • Ralladura de un limón
  • 1 cucharadita de levadura
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 500g aprox. de fresas picadas en cubitos
Preparación:
  1. Precalentar el horno a 190ºC.
  2. Mezclar la harina con la sal y la levadura. Reservar
  3. Frotar el azúcar con la ralladura. Añadir los huevos y batir hasta duplicar en volumen.
  4. Añadir la mantequilla en hilo fino sin dejar de batir.
  5. Incorporar sin batir 1/3 de la harina.
  6. Añadir la mitad del yogur.
  7. Incorporar otro 1/3 de la mezcla de harina.
  8. Añadir el resto del yogur.
  9. Al incorporar el resto de la harina, añadir también las fresas.
  10. Verter en los pocitos, espolvorear con azúcar y hornear unos 20 minutos, hasta que estén dorados, esponjosos y al pincharlos con un palillo, éste salga limpio.
Híbrido de madeleines y magdalenas, de limón con aceite de oliva
Ingredientes:
  • 80g de harina
  • 2 huevos
  • 80g de aceite de oliva virgen extra de sabor afrutado
  • 150g de azúcar
  • Ralladura de dos limones
  • Zumo de 1 o 2 limones
  • 1 cucharadita de levadura
  • 1/2 cucharadita de sal




Preparación:
  1. Nota previa: Estas magdalenas se hornean después de 12h de refrigeración en la nevera. Son ideales para preparar un sábado para hornear el domingo recién despiertos.
  2. Mezclar la harina con la sal y la levadura. Reservar
  3. Frotar el azúcar con la ralladura. Añadir los huevos y batir hasta triplicar en volumen.
  4. Añadir el aceite y el zumo de limón en hilo fino sin dejar de batir.
  5. Incorporar sin batir la harina.
  6. Tapar con film transparente y dejar reposar en la nevera toda la noche o hasta 3 días.
  7. Precalentar el horno a 205ºC
  8. Verter la masa en los pocitos. Después de toda la noche tendrá una textura esponjosa, como de mousse. No batir bajo ningún concepto.
  9. Espolvorear con un poco de azúcar.
  10. Hornear unos 15 minutos, hasta que estén doradas, esponjosas y al pincharlas con un palillo, éste salga limpio.
  11. Nota final: estas magdalenas de van resecando con el paso de los días si se dejan al aire, pero aguantan tiernas sin problemas tres-cuatro días. Si van a durar más tiempo, mejor envolverlas individualmente en film transparente.

viernes, 4 de marzo de 2011

Murphy reaparece. Y ataca a mi coche. Parte I

Creo que Murphy vive en Toulouse. Y me odia. Mira que yo soy torpe y suelo tener rachas reguleras (como aquella vez que se me fastidiaron la lavadora, el coche, el portátil, el ordenador del curro y alguna otra cosa más en una semana), pero lo de esta ciudad en relación con mi coche los jueves por la noche no es normal. ¿O hace falta que recuerde los dos eventos anteriores?

El caso es que ayer (jueves) dejé mi coche perfectamente aparcado, con el lado derecho pegado a la acera. ¿Y qué me encuentro esta mañana?



Ajá. Alguien muy amable se ha empotrado esta noche contra mi pobrecito jabato negro y me lo ha desgraciado. Un poco. Se han llevado un trocito de jabato. ¿Lo habrán confundido con un jamón?

Cuando lo he visto, he pensado que bueno, que igual la reparación me salía, no sé, por unos 300 o 400 euros. Y he llamado a la mutua, al taller oficial de Mazda y lo he dejado estar a la espera de que lo vieran.

Sí, claro. 300 o 400. ¡¡Qué más quisiera yo!!

2167,59
Dos mil ciento sesenta y siete euros con cincuenta y nueve céntimos.

¡¡¡Mas de lo que cobro limpio al mes!!!

Así que he vuelto a llamar a la mutua y parece que lo van a repatriar [1] para repararlo. ¿Qué significa eso? Aún no lo sé exactamente. No sé si vendrán a recogerlo y luego iré yo a recogerlo. Si lo llevaré yo misma y lo recogeré yo misma o qué. Pero bueno, ya tengo un taller concertado con la mutua (al ladito de Figueres) y si hace falta, gastaré un par de días de vacaciones (de esos 46 días que tengo), en llevarlo y traerlo. Y bueno, claro, si voy, ya me pasaría el día por allí, qué menos.

Habrá una segunda parte cuando esté todo arreglado. De momento, me voy a rellenar el parte. Uff.

PS: Lo estoy viendo, el lunes no me podrán poner internet. Si la siguiente semana me caigo, o me roban, o me cortan la luz, el gas o el agua, tendré que asumir que Murphy no quiere que viva en Toulouse. Lo que pasa es que Murphy no va a poder conmigo. ¿Me oyes, Murphy? ¡No me vas a ganar a cabezota! Te vas a cansar tú antes que yo, te lo digo.